Los eosinófilos, popularmente conocidos como leucocitos, son un tipo de glóbulo blanco que reside en la sangre. Su función principal es la de luchar contra bacterias, parásitos o alergias, por lo que son actúan defendiendo al organismo de problemas y enfermedades. A continuación, descubrimos qué son y para qué sirven los eosinófilos, cuáles son sus valores normales y su significado.
Qué son los eosinóflios
Los eosinófilos son un tipo de glóbulo blanco del grupo de leucocitos granulocitos por su citoplasma granulado, que componen la sangre. Forman parte del sistema inmunitario, por lo que su función principal es la de combatir infecciones bacterianas y parasitarias. Se encuentran tanto en la sangre como en los ditintos tejidos del organismo, con una mayor incidencia en bazo, gánglios linfáticos o el tracto respiratorio y urinario.
Los eosinófilos se producen en la médula ósea donde maduran durante 8 horas aproximadamente, a través del proceso de hematopoyesis, hasta pasar definitivamente al sistema circulatorio. En la sangre viven entre 3 y 4 días previamente a pasar a habitar los tejidos, donde viviran unos días más.
Estas células fueron descubiertas en 1879 por Paul Ehrlich y su nombre se debe a que durante la obsercación se determinó que los eosinófilos se teñían intensamente en contacto con ciertos ácidos, como la esonia.
Funciones
Los eosinófilos trabajan con una función especifica: proteger y defender al organismo de bacterias y parásitos, interviniendo en las infecciones que estos producen, así como actuando en contra infecciones víricas. Son células fagocitarias, es decir, tienen la capacidad de rodear las partículas sólidas y desintegrarlas, a través de su membrana citoplasmática. De este modo, protegen el cuerpo de los efectos negativos de dichas particulas que han penetrado en el organismo.
Los eosinófilos se encargan, básicamente, de la defensa del organismo en caso de infección. Reconocen el cuerpo extraño que genera la infección, responden a ellos y los destruyen, llevando a cabo una respuesta inmediata, aunque a largo plazo el sistema no se vuelve inmune a dicha infección. Por otro lado, los eosinófilos intervienen en las respuestas y reacciones alérgicas o de hipersensibilidad, neutralizando la histamina.
Valores de eosinófilos en sangre
Para comprobar que los niveles de eosinófilos son correctos, deben observarse los valores de estos leucocitos en sangre. En un cuerpo sano, el valor normal representa entre el 1 y el 3% del total de glóbulos blancos que se encuentran en el flujo sanguíneo. Esto se traduce en un valor de entre 0 y 500 eosinófilos por microlitro de sangre en adultos y de 0 a 850 eosinófilos por microlitro de sangre en los bebés.
La mayor parte de los eosinófilos se encuentran en la médula ósea, donde maduran, el timo, el traco gastrointestinal, los ovarios y el útero en las mujeres, los gánglios linfáticos y el bazo. En condiciones normales, es raro encontrarlos en el pulmón, la piel u otros órganos internos, por lo que su presencia en estos tejidos sería el primer signo de que el individuo padece alguna enfermedad.
Eosinófilos altos
Cuando los niveles de eosinófilos en sangre son elevados, hablamos de eosinofilia. Generalmente, esta condición se produce en presencia de otros contextos médicos, como alergias. Cuando la concentración de estos glóbulos blancos es muy alta, pueden provocar grandes daños en nuestro organismo, dependiendo de la zona en la que se encuentren.
La eosinofilia trae consigo síntomas de la afección o infección subyacete que ha activado el proceso de defensa y ataque de estos mismos leucocitos. Por ende, la causa de esta condición está asociada a la enfermedad que ha desencadenado el mecanismo del sistema inmunitario. En este sentido, las principales causas de eosinofilia son el asma, las infecciones parasitarias, las enfermedades autoinmunes o, incluso, el cáncer.
Eosinófilos bajos
Cuando los niveles de eosinófilos en sangre, por lo contrario, son bajos, hablamos de eosinopenia. Para que se dé esta condición el valor de este glóbulo blanco debe ser inferior a 50 células por microlitro de sangre. Se trata del resultado de uso de esteoides o puede ocurrir como consecuencia del síndrome de Cushing. Otras de las causas principales de la eosinopenia son las infecciones severas tales como el VIH, la intoxicación por alcohol, la anemia aplásica o el uso de corticoides.
La dieta sana y el deporte físico moderado son hábitos saludables que pueden regular y mantener los niveles correctos de eosinófilos en sangre.
Enfermedades asociadas a eosinófilos
Los eosinófilos, como hemos visto, pueden ser tanto útiles para la defensa de nuestro organismo, como perjudiciales si no se mantienen los valores correctos en sangre. Por ello, aunque su papel es básicamente benigno, la alteración de los niveles de estos glóbulos blancos pueden ser la causa de patologías graves, sobre todo cuando la concentración de eosinófilos es elevada. Entre ellas destacan:
- Infecciones bacterianas: el aumento de eosinófilos puede ocurrir mientras se incuban infecciones como el sarampión, la meningitis tuberculosa, la lepra, la parotiditis o la fiebre escarlatina. Aunque algunas no son muy frecuentes actualmente en países desarrollados, todavía tienen incidencia en paísos subdesarrollados.
- Infecciones parasitarias: los glóbulos blancos aumentan ante infecciones parasitarias como el paludismo, la triquinosis, la toxoplasmosis, la esquistosomiasis o la fascioliasis, entre otras.
- Infecciones micóticas: la coccidioidomicosis pulmonar o la pneumocistis jiroveci son dos infecciones por hongos que pueden venir precedidas de un aumento de eosinófilos en sangre.
- Alergias: la urticaria, las picaduras de insectos, la intolerancia a la lactosa o el gluten o el asma bronquial son algunos de los casos en los que los eosinófilos fagocitarios se incrementan. Después de tratar la alergia, los valores vuelven a la normalidad en pocos días.
- Enfermedades autoinmunes de la piel: la psoriasis, el pénfigo o la eclerodermia son enfermedades autoinmunes de la piel que provocan el aumento constante de eosinófilos. Es importante mantener el control de los síntomas que pueden empeorar por esta condición.
Muchas enfermedades están asociadas al desnivel de los eosinófilos en sangre, una alteración que normalmente se produce por la elevación del valor de estos glóbulos blancos. No obstante, la médula ósea puede sufrir complicaciones que ocasionen el descenso de los niveles o bien porque no produce una cantidad adecuada de eosinófilos o bien porque éstos han finido su ciclo de vida a causa de enfermedades autoinmunes tales como la leucemia o el lupus.
Tratamiento
El tratamiento para controlar los niveles de eosinófilos en sangre y devolver sus valores normales, dependerán de si éstos son altos o bajos. El objetivo de los médicos será diagnosticar la enfermedad subyacente que ha provocado la alteración de estos valores y combatirla adecuadamente con terapias específicas para cada una de ellas, como los corticoesteoides, la terapia de anticuerpos monoclonales o cualquier otro tratamiento destinado a combatir de manera directa una infección bacteriana, entre otros.
Asimismo, la subida o bajada de eosinófilos en el torrente sanguíneo puede controlarse de manera natural siguiendo una alimentación sana y equilibrada, que aporte los nutrientes necesarios para que el organismo funcione adecuadamente. La dieta deberá ser rica en vegetales y carnes. En caso de que no sea posible llevar una alimentación equilibrada, puede completarse la dieta mediante suplementos vitamínicos que aporten zinc y hierro, a fin de estimular la médula ósea para la producción de glóbulos blancos.