La malaria, también conocida como paludismo, es una enfermedad provocada por el parásito Plasmodium. Se trata de uno de los mayores enemigos de la salud a nivel mundial. Se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados, por lo que existen ciertas áreas o regiones en la que es más frecuente el contagio de esta enfermedad infecciosa. A continuación hablamos de la malaria, de qué la ocasiona, de cómo se transmite, de los síntomas que la manifiestan y del mejor tratamiento para superarla.
Qué es la malaria
La malaria, llamada también paludismo, es la enfermedad parasitaria más importante y peligrosa para el ser humano. Se trata de una infección ocasionada por el parásito Plasmodium, que transmite a través de las picaduras de mosquitos anopheles la enfermedad.
El 90% de los casos de malaria se dan en África subsahariana, aunque también Centroamérica y Sudamérica, así como en algunas zonas de Asia o del Este de Europa. Los más afectados son niños menores de cinco años. Por ello, se considera que la malaria es una de las principales causas de mortalidad infantil en países en vías de desarrollo. Por otro lado, la malaria constituye una de las principales causas de morbilidad que se traduce en anemias crónicas en niños y embarazadas, abortos, bajo peso en neonatos o secuelas neurológicas como las que se traducen en retraso psicomotor. Así, niños y embarazadas son los principales grupos de riesgo que pueden padecer una malaria grave.
Cada año, se producen entre 200 y 300 millones de casos de malaria alrededor del mundo, de las cuales un millón pueden acabar en la muerte del paciente si la infección de malaria es grave.
En las zonas en las que más se desarrolla la malaria, los adultos acaban desarrollando cierta inmunidad al estar infectados de manera crónica. No obstante, se habla de una inmunidad parcial e incompleta, dado que aunque les protege de las manifestaciones clínicas más graves no puede evitar que existan nuevas infecciones de malaria.
Todas aquellas personas que deseen viajar a zonas donde la infección de malaria es más propensa, deberán prevenir la infección y controlar cualquier síntoma o señal que les indique que pueden haber sido infectados y que su salud puede estar en riesgo.
Causas y contagio
La malaria es ocasionada por la picadura de los mosquitos de tipo anopheles, que transmiten al humano diversas especies de protozoos llamados plasmodium. Existen más de 20 especies de este tipo de protozoos, aunque solo cinco de ellas afectan directamente el ser humano.
El parásito se transmite a través de la picadura de los mosquitos infectados, cuando la hembra anogelina infectada deja los parásitos en el hombre, lo que se conoce como transmisión vectorial, aunque no es la única forma de contagio. Existe también la vía vertical, es decir, la que se transmite de madre a hijo durante el embarazo o la transfusional, que se transmite a través de la sangre.
Los parásitos se reúnen primero en el hígado, lo que se conoce como periodo de incubación, donde sufren ciertas transformaciones que les harán pasar a la sangre e infectar a glóbulos rojos y hematies. Dependiendo de la especie de parásito con el que se haya infectado, la incubación puede durar de meses a años hasta que estos pasen a la sangre. Asimismo, en algunos casos puede darse una recaída, es decir, que en su día solo pasaran a la sangre un grupo de parásitos y los demás siguieran en incubación para hacerlo más tarde. En esos casos, los síntomas principales vuelven a manifestarse.
Síntomas
Existen ciertos síntomas que pueden hacer saltar las alarmas de una infección por malaria, sobre todo si se han visitado países en los que el desarrollo de la enfermedad es más propensa. La principal señal es la fiebre alta, pero esta puede venir acompañada de otros síntomas, entre los que destacan:
- Escalofríos
- Sudoración
- Tiritonas
- Cefaleas
- Dolor muscular y articular
- Malestar generalizado
- Debilidad
- Vómitos y diarreas
Aunque los síntomas podrían responder a una gastroenteritis o una gripe, se debe ser muy cauto, dado que estos signos podrían volverse más virulentos con el paso de las horas. El tiempo juega un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad y la aparición de los síntomas. El periodo de incubación puede ir de los 7 a los 30 días, dependiendo del tipo de paludismo que se esté desarrollando, aunque no siempre la presencia del parásito en sangre significa el desarrollo de la enfermedad.
Por otro lado, según la gravedad de la infección por malaria los síntomas podrán variar. El tipo de paludismo o malaria más frecuente es:
- Terciana maligna: se trata de la forma más grave de malaria. Además de los síntomas clásicos (fiebre, sudoración, debilidad…), también se presenta tos y dificultad respiratoria, insuficiencia renal y hepática, edema pulponar y encefalopatía aguda que puede incluso derivar en un coma o la muerte, lo que se conoce como paludismo cerebral. El tratamiento rápida es necesario para evitar complicaciones irreversibles. La tasa de mortalidad por malaria en adultos se sitúa al rededor del 10%, aproximadamente.
- Terciana benigna: aunque no amenaza a la vida del paciente, puede afectar a niños, y ancianos. Los síntomas clásicos pueden variar su intensidad y aparecer durante intervalos irregulares que van desde una semana hasta cinco años. Las crisis febriles son frecuentes.
Diagnóstico y tratamiento
Los síntomas de la malaria son también comunes en otras enfermedades o patologías, por lo que encontrar el diagnóstico concreto o diferenciar el tipo de paludismo que se está desarrollando en el cuerpo es difícil a priori. Para determinar el cuadro clínico se precisa de pruebas de laboratorio, así como observar las principales etapas de evolución febril del paciente, a fin de descartar otras enfermedades parasitarias, víricas o bacterianas.
Para confirmar 100% el diagnóstico de malaria, es importante comprobar la presencia de parásitos en sangre y, para ello, se requieren pruebas microscópicas repetidas entre 12 y 24 horas. También suelen utilizarse técnicas de amplificación de ácidos nucleicos o test de imunocromatografía para detectar los antígenos circulantes.
Una vez se ha determinado la infección de malaria debe actuarse rápidamente para que el paciente inicie el tratamiento cuando antes y así interrumpir la cadena epidemiológica. Generalmente, el paludismo grave deben recibir tratamiento antipalúdico por vía parenteral si no pueden tomarlo por vía oral. En caso de dudas de la presencia del parásito, el médico administrará quinina o quinidina.
Las terapias combinadas con artemisina son los tratamientos contra la malaria más recomendadas, puesto que es un fármaco potente y efectivo y tiene pocos efectos adversos.
Prevención
Actualmente hay más de 109 países con malaria endémica. Si visitas alguno de ellos, sobre todo en la región de África subsahariana, países tropicales en vías de desarrollo, Amazonía o sudeste asiático, es importante aumentar la seguridad para evitar el contagio infeccioso, puesto que es un peligro para las personas que no son inmunes a la enfermedad.
Aunque lo ideal sería erradicar la principal vía de contagio, el mosquito anopheles, es muy difícil conseguirlo, debido a que las zonas de cría es muy extensa y faltan recursos, infraestructuras y zonas de control, puesto que hablamos de países subdesarrollados.
En los grupos de alto riesgo, se recomienda la administración de quimioprofilaxis, antes, durante y después de un viaje a estas regiones, así como la utilización prudente de insecticidas. Asimismo, para prevenir y/o combatir la malaria aconsejamos:
- Llevar contigo mosquiteras tratadas con insecticidas de larga duración durante el viaje.
- Rociar el interior de las estancias insecticidas de acción residual.
- Llevar a cabo el tratamiento preventivo intermitente durante el embarazo.
- Llevar a cabo el tratamiento combinado con artimisinas.
Actualmente no existe una vacuna contra la malaria que pueda administrarse rutinariamente. El principal motivo es el parásito, pues tiene un organismo mucho más complejo que una bacteria o un virus. Por otro lado, al no ser una enfermedad típica de países desarrollados no se destinan los recursos suficientes para la investigación o el desarrollo de fármacos potentes que ayuden a combatir esta enfermedad parasitaria.