El mal de altura, también conocido como el mal agudo de montaña (MAM), es una condición que ocurre al sufrir nuestro cuerpo una carencia de oxígeno.
Se considera que el mal de altura puede empezar a sufrirse a partir de los 2500 metros de altura.
El mal de altura afecta a las personas que practican deportes de montaña a gran altitud como el alpinismo.
Con la altura va reduciéndose la presión atmosférica, por lo que la cantidad de oxígeno que inspiramos se reduce cuanto mayor sea la altitud a la que nos encontremos. La razón por la que la presión atmosférica es cada vez menor, es porque la atmósfera va perdiendo densidad a medida que aumenta la altitud, lo que quiere decir que hay cada vez menos aire.
- Presión atmosférica al nivel del mar (0 metros de altitud): 100 kPa (1 atm)
- Presión atmosférica en la cima del Everest (8848 metros de altitud): 34 kPa (0,34 atm)

En la cima del Everest, hay 34% menos cantidad de aire que al nivel del mar, una enorme diferencia de la que el cuerpo no está acostumbrado y razón por la que el 95% de todas las personas que han subido hasta la cima del pico más alto del mundo lo han hecho ayudados de botellas y máscaras de oxígeno.
Es común confundir la cantidad de oxígeno y la cantidad de aire. Realmente, la cantidad de oxígeno siempre es igual independientemente de la altura a la que nos encontremos, lo que varía es la cantidad de moléculas de aire.
Es decir, siempre hay aproximadamente un 21% de oxígeno, 78% de nitrógeno y un 1% de otros gases en el aire*. Lo que hay que entender es que si llenamos una botella de 2 litros de aire al nivel del mar y otra botella de 2 litros de aire en la cima del Everest, esta segunda botella contendrá muchas menos partículas de aire en su interior que la primera y, por tanto, menos oxígeno y menos nitrógeno (además del resto de gases que componen el aire).
*La proporción de los gases que componen el aire es prácticamente idéntica en los primeros 100 km de altitud (eso son 100.000m). Sólo entonces esta proporción empieza a variar considerablemente.
Experimento para entender la presión atmosférica
Si cerramos una botella de plástico vacía a mucha altitud y luego la llevamos al nivel del mar, veremos cómo la estructura de la botella se deformará quedándose mucho más comprimida. Si entonces abrimos el tapón, oiremos el ruido de cómo el aire entra a toda velocidad en la botella y esta recupera su forma original.
Si realizamos el experimento contrario, es decir, cerramos una botella de plástico vacía al nivel del mar y subimos a bastante altitud, podremos observar cómo la botella se habrá ensanchando considerablemente. Si entonces abrimos el tapón, parte del aire contenido en la botella saldrá a toda velocidad y la botella recuperará su forma normal.
¿Por qué ocurre esto?
- En el primer caso, tenemos una botella de plástico cerrada que contiene en su interior aire correspondiente a la presión atmosférica de esa altitud. Al descender al nivel del mar sin abrir el tapón, lo que sucederá es que la presión de aire en el exterior de la botella será mucho mayor que la presión de aire que hay en el interior de ella, razón por la que se comprime (la presión de aire exterior es mayor que la interior y hace que se ejerza una fuerza sobre la botella, comprimiéndola). Al abrir la botella, la presión se iguala inmediatamente entrando aire en su interior y haciendo que la botella recupere su forma.
- En el segundo caso, pasa exactamente lo contrario. La botella cerrada al nivel del mar que subimos a la montaña contiene mucha más presión de aire en su interior de la que hay al exterior, haciendo que esta se deforme y se expanda. Al abrir la botella, este aire sale inmediatamente de la botella hasta que la presión de aire se iguala y la botella recupera su forma.
Síntomas
Aunque los síntomas del mal de altura pueden darse en muchas otras condiciones, generalmente es muy fácil de identificar ya que ocurre transcurridas pocas horas de estar a bastante altitud y los síntomas suelen agravarse por las noches.
De forma general, cualquier síntoma mencionado a continuación que se padece estando a más de 2500 metros de altura y que no pueda explicarse por otras razones, casi con toda seguridad será mal de altura.
Los primeros síntomas incluyen:
- Mareos
- Cefalea
- Malestar y debilidad
- Pulso acelerado
- Respiración acelerada
Síntomas más avanzados del mal de altura incluyen:
- Insomnio
- Dificultad para moverse
- Vómitos
- Problemas de visión
- Hinchazón de las extremidades y/o la cara.
Y en los casos más graves:
- Edema pulmonar o cerebral (enfermedad en la que los pulmones o cerebro se llenan de agua y puede ser mortal).
Factores importantes a tener en cuenta
- El mal de altura aparece mucho más rápidamente si se está haciendo un ejercicio físico extenuante y/o se está subiendo de altitud muy rápidamente. De la misma forma, un menor ejercicio físico y subir de altitud muy lentamente disminuye el riesgo de padecer mal de altura.
- La condición física de una persona no está relacionado con tener más o menos riesgo de padecer el mal de altura.
- Las personas que viven a mucha altitud están más acostumbradas a vivir en un entorno con menor densidad de aire y, por tanto, son mucho menos propensas a sufrir mal de altura.
- Beber mucha agua es vital para reducir el riesgo de mal de altura.
- El mal de altura es una condición difícil de evitar que afecta a muchas personas aunque de fácil remedio.
- No debemos de ignorar el mal de altura o podría tener consecuencias muy graves.
Tratamiento
No existe ningún tratamiento que impida padecer el mal de altura. No obstante, sí existen una serie de recomendaciones que pueden dificultar su aparición o combatir muy eficazmente y rápidamente esta condición.
Además de los factores anteriormente mencionados, el mejor consejo para combatir el mal de altura es el de descender de altura.
En el caso de tener síntomas muy leves, podremos dejar de ascender y descansar hasta estar mejor, ya que generalmente el cuerpo se adaptará a la nueva altitud. No obstante, si no mejoramos rápidamente o los síntomas se agravan, deberéis de descender lo más rápidamente posible hasta una altura en la que os encontréis mejor.
La única forma de evitar el riesgo de sufrir mal de altura es la de hidratarse correctamente, subir lentamente y tener en cuenta que a mayor ejercicio físico mayores serán las probabilidades de sufrirlo.
Como hemos comentado anteriormente, pasar una temporada viviendo o subiendo muy habitualmente a grandes altitudes acostumbra al cuerpo y reduce el riesgo de mal de altura.