El linfoma es un tipo de cáncer que se desarrolla en las células blancas que forman parte del sistema linfático. Entre los síntomas más característicos se encuentran la pérdida de peso repentina y por causas inexplicables, la fatiga, la sudoración, los problemas respiratorios o el agrandamiento de los ganglios linfáticos. ¿Quieres saber más sobre esta proliferación maligna que afecta a las células defensivas de nuestro sistema inmunológico? En tuSíntoma te damos toda la información sobre los linfomas, qué son, cuáles son las causas más frecuentes de su aparición, los síntomas que producen y sus posibles tratamientos.
Qué es un linfoma
Un linfoma es una proliferación maligna de linfocitos, es decir, de las células defensivas de nuestro sistema inmunitario. Se trata de un tipo de cáncer que se desarrolla en el tejido linfático y afecta directamente a los nódulos o ganglios linfáticos, pero que también puede perjudicar a otros tejidos como el bazo o el hígado. Esta enfermedad disminuye y merma el funcionamiento del sistema inmunitario y en los casos en los que la médula ósea se ve afectada se pueden producir patologías propias de los cambios en las células de la sangre, como la anemia.
Actualmente, se conoce que 3 de cada 6 personas por cada 100.000 habitantes al año se han visto afectadas por un linfoma, un cáncer que suele aparecer a partir de los 60 años de edad.
Tipos de linfoma
Existen dos tipos de linfomas, los que pertenecen a la enfermedad de Hodgkin – el menos común – y todos los demás, que no pertenecen a este tipo de linfomas y que se clasifican en grados según la probabilidad de recuperación: bajo, medio o alto, dependiendo de su tipo de comportamiento, si es indolente, agresivo o altamente agresivo. Veamos las diferencias entre unos y otros según su comportamiento clínico:
- Linfomas indolentes: tienen menos riesgo y su crecimiento y progresión son lentos. Aunque no se administren tratamientos específicos, los pacientes de linfomas indolentes pueden vivir durante años sin presentar problemas o síntomas provocados por dicha enfermedad.
- Linfomas agresivos y altamente agresivos: son los que tienen mayor riesgo y su crecimiento es rápido y devastador. La esperanza de vida desde que se detecta este tipo de linfoma va de las semanas a los meses, no obstante, suelen responder perfectamente a tratamientos como la quimioterapia por lo que es fácil eliminarlos y sobrevivir.
Causas
Poca es la información que se tiene sobre la causa principal que desencadena un linfoma, no obstante, generalmente se asocia este tipo de cáncer a una infección provocada por bacterias como la helicobacter pylori o la borrelia o también ocasionada por un viruus como el Estein-Barr.
Las causas de la mutación de las células hasta convertirse en cancerígenas y desarrollar un linfoma no son concluyentes, aunque algunos expertos lo asocian al uso excesivo de tintes de cabello o insecticidas, así como a las radiaciones ionizantes.
Síntomas
El síntoma principal que nos indica el desarrollo de un linfoma en la inflamación de los ganglios linfáticos que aumentan notablemente su tamaño. Los podemos localizar en axilas, ingle o cuello, zonas donde se evidencia su agrandamiento. Estos bultos, también llamados adenopatías, no son dolorosos, pero son fáciles de detectar a simple vista. Existen también otras zonas donde puede aparecer un linfoma, pero de manera menos evidente como en el abdomen o el mediastino, por ejemplo, que hacen que el diagnóstico sea algo más complicado.
Además de la evidencia de la inflamación o agrandamiento de los ganglios, existen otros síntomas que pueden aparecer y que nos ayudan a identificar la presencia de un linfoma:
- Fiebre (más de 38ºC de temperatura corporal)
- Sudoración, sobre todo durante la noche
- Pérdida de peso repentina y sin causas aparentes
- Agrandamiento del bazo, esplenomegalia
- Adenopatías periféricas
Diagnóstico y tratamiento
Al observar un bulto en las zonas donde se concentran los ganglios llinfáticos (axila, ingle o cuello) es necesario acudir al médico rápidamente. Para determinar el diagnóstico y saber si efectivamente se trata de un linfoma se explorarán las adenopatías y se realizará una biopsia de los ganglios afectados, con la que se pretende analizar el tejido para observar si existen células cancerígenas en él. En función de los resultados clínicos de la biopsia se podrán realizar pruebas más exhaustas, desde análisis de sangre con hemograma y pergil bioquímicio, hasta radiografías de torax, TAC’s de cuello, tórax, abdomen y pelvis, una tomogradia o una biopsia de la médula ósea.
Con todas estas pruebas, el hematólogo será capaz de determinar el tipo de linfoma que presenta el paciente y, por ende, llevar a cabo el tratamiento específico para cada caso. Este último paso, también debe tener en cuenta los diferentes estadios que componen la enfermedad, para poder tomar la decisión más acertada en cada caso. El linfoma se desarrolla por los siguientes estados:
- Estado 1: El linfoma se encuentra en una sola área ganglionar o una zona extralinfoide.
- Estado 2: Se localiza en dos o más zonas ganglionares o estructuras linfoides a un mismo lado del diafragma.
- Estado 3: El linfoma afecta a las zonas ganglionares y también a otras estructuras linfoides situadas a ambos lados del diafragma.
- Estado 4: se trata del más grave y con mayor riesgo. El linfoma se encuentra esparcido por diversas localizaciones extralinfáticas.
Por todo ello, es imprescindible y básico realizar un diagnóstico preciso, concreto y determinado para poder llevar a cabo el mejor tratamiento en cada situación, teniendo en cuenta el alcance del cáncer. Los tratamientos más frecuentes a los que se suele recurrir son:
- Quimioterapia convencional.
- Radioterapia.
- Agentes alquilantes que alquilan al ADN de manera directa para evitar la reproducción de células cancerosas.
- Rituximab: anticuerpo para linfomas no Hodgkin.
- Trasplante hematopoyético.
Después de llevar a cabo el tratamiento indicado, pueden darse diversos escenarios: el paciente responde parcialmente al tratamiento, el paciente responde de manera total al tratamiento o el paciente es refractario, es decir, casos en los que el tratamiento no funciona y se deben pasar a otros métodos de rescate.
En cifras generales, el pronóstico de cura de los linfomas es positivo, dado que alrededor del 60% de pacientes acaba respondiendo correctamente a los tratamientos médicos y, por ende, se acaba curando. No obstante, estos números dependen de diversas variables como la edad, la salud general del paciente o el tipo de linfoma que se ha desarrollado en su organismo.