La diabetes tipo 1, es conocida como diabetes juvenil. Esto es así porque suele desarrollarse durante la infancia o la adolescencia, generalmente antes de los 30 años. Al tratarse de una enfermedad crónica, sin cura conocida, son muchos los estudios que se desarrollan al respecto. Además, cada vez hay más investigaciones concluyentes en las que se obtienen resultados importantes, que demuestran que la alimentación durante el embarazo influye sobre el riesgo a sufrir esta enfermedad.
Recientemente, un estudio, llevado a cabo por investigadores del Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Finlandia, ha obtenido grandes resultados en este sentido. El artículo se ha publicado en la revista Diabetologia, donde se muestran los importantes hallazgos de sus autores.
Diabetes tipo 1 durante la infancia
La diabetes tipo 1 es una enfermedad muy común. En el mundo la padecen más de 20 millones de personas. No obstante, es más infrecuente que la diabetes mellitus tipo 2. Las diferencias entre ambas patologías radican básicamente en la edad de afectación o diagnóstico. La primera, suele aparecer durante épocas tempranas en la vida de los pacientes y la segunda está más asociada a los adultos mayores.
Se trata de una patología crónica, que se caracteriza por el elevado nivel de azúcar en sangre de los pacientes. Debido a una destrucción selectiva de las células beta pancreáticas, se produce una deficiencia completa de insulina. Por esto, los afectos de diabetes mellitus tipo 1 deben de administrarse insulina de por vida.
Alimentación durante el embarazo y la lactancia
Gran parte de los estudios desarrollados en los últimos años sobre la diabetes juvenil, se han centrado en la alimentación de la madre durante la etapa gestacional y de lactancia. De esta forma, se han podido comprobar las implicaciones de las dietas maternas en la prevalencia de la diabetes tipo 1 en niños.
Esta investigación se basa en escudriñar si los hábitos alimentarios de la madre podrían modificar la salud de su hijo en el futuro. Para ello, se han concentrado en revisar los niveles de ácidos grasos Omega 3 y sus implicaciones en la aparición de la enfermedad.
Los resultados aseguran que tanto los ácidos grasos Omega 3 (concretamente DHA y DPA), así como el ácido fólico, son capaces de mejorar la primera etapa en la vida del recién nacido. Pero, además, se ha descubierto que la ingesta de estos nutrientes durante lactancia y embarazo, reduce el riesgo a sufrir diabetes mellitus tipo 1 en los más pequeños.
La importancia de la lactancia materna
Estos ácidos grasos saludables están presentes en la leche materna, gracias a la dieta de la madre. Por lo tanto, los autores aseguran que alargar este tipo de alimentación infantil y abogar por ella es primordial para proteger la salud de los más pequeños.
El principal objetivo de la investigación radica en averiguar qué implicación hay entre los ácidos grasos Omega 3 y el desarrollo de diabetes tipo 1. Para llegar a sus conclusiones, los científicos evaluaron a más de 7.700 menores durante 15 años. La investigación se centró en tomar muestras de sangre durante varias etapas de su vida y comprobar, así, la presencia de anticuerpos que destruyeran las células beta.
Los resultados fueron claros. Aquellos niños que contaban con niveles elevados de ácidos grasos Omega 3, presentes en el pescado, tenían un riesgo mucho más reducido para padecer diabetes infantil. En este sentido, el tipo de leche que toman los bebés es la clave. Según la investigación, aquellos que fueron alimentados de forma tradicional, con leche materna, tenían mayores niveles de ácidos grasos Omega 3, que los que tomaron la conocida leche de fórmula.
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